No se en que verso se repite la aliteración de tu piel,
en que momento cruzas los labios en silencio,
y creas metáforas hambrientas, llenas de deseo
aguantado con puño y letra cada una de las caricias.
Tu verso, el más pronunciado por el tacto de mis manos,
y el más envidiado de mi escondite mental,
busca entre tu tejido, oscuro, una luz donde mirar,
y dejarse caer, muerto, una vez más, si, una vez más.
Tan necesaria es la fuerza de caer,
que mil suspiros la pueden derrotar,
sangre, sudor, caricias, sabanas y fuego,
todo gira en el espiral de mi invernadero,
y no puedo dejar de respirar tu fragancia,
que me abraza levemente hasta el nido de la cuna.
martes, 7 de julio de 2009
lunes, 6 de julio de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)